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Sobre Cataratas

No obstante, los animales con la vejez van sufriendo un proceso de endurecimiento del cristalino que es fisiológico y le confiere al ojo un aspecto grisáceo, sin afectar para nada a la visión. Ocurre en torno a los 8 años en perro y  los 10 en gatos. Es lo que se llama esclerosis nuclear de cristalino, y frecuentemente es confundido con cataratas tanto por los dueños como por algunos veterinarios.

Hace años, estaba extendida la práctica de esperar a que la catarata fuera suficientemente “madura” para proceder a la cirugía. Pero actualmente, con los grandes avances en las técnicas de extracción de cataratas, (especialmente con la facofragmentación) se considera éste un planteamiento improcedente y falto de fundamento. Una catarata inmadura y “tierna” siempre implicará menos complicaciones asociadas con una uveítis facoinducida y/o glaucoma secundario, y menos complicaciones intraoperatorias y postquirúrgicas.

En consecuencia, un ojo con sospecha de catarata debe ser evaluado por un oftalmólogo sin necesidad de esperar a que madure o a que aparezca también en el otro ojo y provoque ceguera.

Técnicas quirúrgicas

Hoy en día, las cataratas son operadas mediante extracción extracapsular (ECLE)  o mediante facoemulsificación (FACO). Ambas técnicas dejan intacta la cápsula posterior del cristalino para mantener separados los compartimentos del ojo y permitir colocar una lente intraocular.

La ECLE recurre a una incisión corneal amplia de unos 160º con extracción manual del núcleo y de la corteza lenticular, siendo sólo interesante en casos de cataratas muy maduras y densas.

Con la FACO se utilizan ondas ultrasónicas que rompen la catarata y la emulsifican al tiempo que se produce la irrigación y aspiración de los fragmentos lenticulares. Todo ello con una serie de ventajas, como son: una incisión corneal más pequeña (de apenas 3 mm), menor daño endotelial y mejor eliminación de los fragmentos corticales.

El éxito de la cirugía de cataratas es alto, (especialmente con la técnica FACO) rondando el 90-95%, considerándose satisfactoria cuando el animal recupera un grado de visión suficiente como para permitirle llevar una vida digna y lo más normal posible. La visión “perfecta” es casi imposible de alcanzar, pero la vista no es el principal sentido para los perros y lo compensan con otros sentidos de capital importancia para ellos como el olfato o el oído. Hay por lo tanto un 5-10% de casos en los que las complicaciones pueden impedir la recuperación de la visión. Por ello son fundamentales las revisiones frecuentes después de la cirugía para prevenirlas y detectarlas lo antes posible. Algunas de las complicaciones más serias, aunque poco frecuentes, pueden ser edema corneal, hemorragia intraocular, desprendimiento de retina o, en el peor de los casos,  glaucoma. No obstante, en la mayoría de los pacientes la visión comenzará a mejorar a los pocos días y además sin signos manifiestos de dolor posquirúrgico.

Una parte importante del éxito de la intervención radica en el correcto tratamiento postoperatorio, siendo fundamental para ello el carácter noble del animal y la dedicación de los propietarios de la mascota, sobre todo las primeras  semanas.

Lentes intraoculares.

Una vez extraída la catarata se coloca una lente intraocular, siempre que sea posible, dentro del bolsillo que forman las cápsulas del cristalino que permanecen dentro del ojo. Determinar el poder refractivo necesario se consigue midiendo la longitud axial del globo, la curvatura de la córnea y la localización de la lente sustitutiva dentro del ojo. En seres humanos una lente de 16-20 dioptrías es lo que generalmente se usa, mientras que en perros recurrimos a 41-43 dioptrías y en gatos a 52-55 dioptrías. Si no se coloca esta lente intraocular el animal operado tendrá una visión algo más borrosa pero significativamente mejor que antes de la cirugía y siempre con la tranquilidad de haber eliminado un problema potencial para el ojo y para la calidad de vida de la mascota.

¿Cómo puede ver una mascota sin el cristalino?

Los animales domésticos tienen menor capacidad que los seres humanos para enfocar de cerca, es decir, para la acomodación, Esto se debe a que el cristalino no es la principal estructura con poder óptico del ojo. La superficie de refracción óptica más poderosa es la córnea. Los perros por ejemplo, reconocen mejor los objetos más cercanos con el auxilio de otros sentidos.

Después de la extracción del cristalino con catarata, la mascota tendrá buena vista de lejos, pero una vista cercana más borrosa, aunque suficiente para llevar una vida rutinaria sin dificultad. Por lo tanto, la sustitución del cristalino por una lente artificial en perros replica watches uk y gatos no es imperativa.

No obstante, siempre que se pueda se intenta colocar una lente intraocular tras la cirugía para corregir la hipermetropía y acercarse todo lo posible a la “visión verdadera” (emetropía). Además parece ser que una lente puede ofrecer ciertas ventajas a la hora de controlar el proceso de opacificación capsular posterior tan frecuente.

¿Qué pasa si no se operan las cataratas?

Al margen de los importantes problemas de visión, un ojo con cataratas es sin duda un ojo enfermo que puede sufrir una serie de complicaciones, a veces graves, como inflamación, luxación de cristalino o glaucoma, que provocan dolor y que en ocasiones son incontrolables llegando el animal a perder el ojo. De ahí que, caso de no ser posible la cirugía, sea necesario medicar el ojo generalmente de por vida y hacer un seguimiento cercano de la evolución de las cataratas por un oftalmólogo.

Finalmente, conviene señalar algunos FALSOS MITOS sobre las cataratas, como son:

  • -  Dar dulces y azúcar a los perros provoca cataratas.
  • -  Las cataratas se operan con láser.
  • -  Pueden volver a parecer cataratas después de la cirugía.
  • -  Operar cataratas en perros sale mal la mayoría de las veces.
  • -  Las cataratas sólo se operan cuando están muy maduras.

Nada de esto es cierto, y son ideas erróneas preconcebidas bastante arraigadas en el imaginario colectivo.


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